Históricamente, el evento más reconocido en los Picos de Europa fue la
batalla de Covadonga, en torno al 718 d.C., cuando los españoles
cristianos comandados por el hidalgo Don Pelayo derrotaron a un
contingente de soldados musulmanes, provenientes del norte de África, en
una de las más famosas batallas de la reconquista. La leyenda dice que
la Virgen María se apareció en la Cueva de Covadonga para impulsar a
los cristianos hacia la victoria. Pelayo y sus hombres comenzaron un
deslizamiento de tierra que sepultó a los moros bajo las rocas. Los
moros supervivientes cruzaron los macizos occidental y central para
escapar, hasta que la mala fortuna, en forma de deslizamiento de tierra
natural, acabó con ellos cerca de Espinama. Pelayo fue declarado rey de
Asturias. Así comenzó la "reconquista" de España, un proceso que llevó
otros 600 años, antes de que los moros fueran expulsados
definitivamente. En reconocimiento de este evento, Covadonga es el
segundo lugar de peregrinación más importante dentro de España, después
de Santiago de Compostela. El Parque Nacional de los Picos de Europa
incluye el sitio histórico de Covadonga, con su basílica y la cueva
sagrada, por ello, el parque fue bautizado en un primer momento como
"Parque Nacional de las Montañas de Covadonga". Este parque, creado en
1918, y se extendía por el macizo occidental únicamente; los macizos
Central y Oriental se han declarado parque en 1995, y el nombre cambió
en consecuencia.
La gente había estado viviendo en las montañas mucho antes del reinado
del rey Pelayo, en parte, debido a la presencia de cuevas en busca de
refugio y caza silvestre para la alimentación. En el momento de la
llegada de los romanos, los pueblos celtas habían desarrollado la
agricultura en la zona, aunque cayeron bajo el yugo de los romanos
después de las querras Cantábricas de los años 26, 16 A.C. Los romanos
construyeron carreteras empedradas a través de las montañas, hoy en día,
el ejemplo mejor conservado es el camino Portudera desde Arenas de
Cabrales hacia Sotres.
La mayoría de las pistas y caminos dentro de los Picos de Europa que
hoy en día aun existen, se deben a los pastores de la zona y a su
tradicional forma de vida que aún existe, pero está en declive. La
ganadería ha sido tradicionalmente la principal actividad en la zona, si
bien también lo fue la minería, aunque ya no; con lo que el turismo se
ha vuelto una de las principales actividades de la zona. La población
local traslada su ganado, ovejas, cabras y caballos de sus cuadras de
invierno a baja altura en los valles, a los pastos de altitud media
("invernales"), para luego subir hasta los pastos de alta montaña
("majadas"). Una práctica que puede haberse iniciado durante el
Neolítico, y puede implicar hasta 1.000 m de diferencia de altura. Mucha
gente no se marchaba de las majadas desde la primavera hasta el
invierno, permaneciendo en las montañas con sus animales durante 6 o 7
meses al año, viviendo en grupos de chozas de piedra. Muchos
asentamientos, resultan ser sugerentes puntos de la zona, testimonios de
una vida dura,. Algunos todavía se usan, pero la mayoría se están
deteriorando. Fué en estas majadas donde los reconocidos quesos de la
región comenzaron a producirse. Cabrales en las zonas alrededor de
Sotres y Bulnes; Gamoneu en la vertiente norte del macizo occidental; y
Picón de Tresviso en el Macizo Oriental; por nombrar sólo tres. Las
redes de rutas sirven para unir las majadas, los invernales, aldeas y
caseríos, a través de collados, crestas y "Sedus" (pasos difíciles), a
menudo encontrándose con unas travesías tan complicadas, que resultan
casi imposibles. Son hazañas como éstas las que nos recuerdan con cuanta
sabiduría y con cuanta sintonía con la naturaleza de estas montañas,
han vivido y viven las gentes de la zona. Estas rutas y los
asentamientos, construidos con materiales naturales locales por la mano
del hombre, dan una sensación de admiración. Las personas autóctonas de
los Picos de Europa, han co-evolucionado con el paisaje durante
milenios, a través, del pastoreo de su ganado, el corte de la madera
para la construcción y como combustible, podando y extendiendo castaños y
avellanos, aprovechando la fuerza del agua para moler el grano, y
dejando su huella en el paisaje de muchas maneras, como podemos ver su
admirando su legado. Es esta simbiosis entre el humano y el paisaje la
que presta el área su cualidad de admiración y el por que nos sentirnos
inspirados cuando lo vivimos y paseamos.
Además
de estas vías y cabañas, otras estructuras hechas por el hombre
muestran cómo la vive y ha vivido la población local. Se pueden apreciar
en casi todos los asentamientos a lo largo de los Picos de Europa.
Otras
estructuras características con los edificios de madera, horreos, que
sirven de graneros situados a cierta altura de la tierra sobre pilotes
de piedra a prueba de roedores - muchos de ellos todavía están en uso
dónde se cuelga el maíz y la cebolla a secar. Escondido entre los
castañares de los bosques, es posible que también se tenga la
oportunidad de contemplar lo que parece ser una pequeña cabaña de piedra
circular - se trata de un cuerria, utilizado para almacenar las
castañas, el suministro de alimentos del invierno - el bosque junto al
río Casaño por encima de La Molina contienen buenos ejemplos. Hay unos
pocos molinos de agua dentro de los Picos de Europa, pero debido a la
inclinación y a los peligrosos cursos de agua. La mayoría de los pocos
que existen están en ruinas, viniéndonos a la mente los ejemplos de los
molinos situados en el manantial de Caín.
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